En cruciforme
palacio,
junto a la regia capilla,
la niña crece bien
sana
al cuidado de
Tasirga.
Los juegos que más
aprecia
son los besos de su
prima,
de la donosa
doncella
que es Tenesoya
Vidina.
Un mal día del
invierno
se torna en llanto la
risa
cuando acontece el
secuestro
de su adorada
madrina.
Ojos verdes de
lujuria
tras de unos matos
vigilan
a la regia diosa
rubia
que desciende a la
marina.
Al salir del
bañadero,
desnuda como una
ninfa,
viles faunos al
acecho
le dan caza en plena
orilla.
A Lanzarote la
llevan,
junto a Orchena y a
Tasirga,
que a pesar de ser ya
viejas
con dientes y uñas la
cuidan.
Será Guadarteme “el
Bueno”
quien tome la
iniciativa
de un canje de
prisioneros
por su joven
guayarmina.
¡Ciento a una es la
propuesta!
¡Tanto quiere a su
“sobrina”
que, por las ansias de
verla,
echa el resto en la
partida!
Desde Teguise
retorna
áurea diosa
rediviva,
mas la dulce Tenesoya,
a la vuelta no es la
misma.
La Diana
libertadora
ya no despierta con
risas
sino con quedas
congojas
que desconciertan a
Arminda.
Hasta que una noche
negra,
sin que “el Viejo” se
aperciba,
huye de la alcoba
regia
enfrentándose a las
brisas
para llegar a una
playa,
en recóndita
bahía,
donde una barca
varada
aguarda a la
amanecida.
De allí zarpa con su
Acteón,
apuesto
perdonavidas
de apellido
Betancor,
llamado en la santa
pila
como su abuelo,
Maciot,
el que vino a la
conquista
con su tío el Gran
Señor
de la Casa de Gran
Villa.
Con él se casa en
Teguise,
a la vez que la
bautizan,
en ceremonia
sublime
que el sortilegio
invalida
cuando inmersa en agua
santa
se convierte en doña
Luisa,
en loor de un Rey de
Francia
que fue onceno en larga
lista
maimenes
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola deseas comentarme algo?