Bendigo mi raza
guanche
por la historia que
legó.
En el árbol
genealógico
nos dejó el alma
primero
y en alguno de
nosotros
la formación de su
cuerpo.
Bendigo mi raza
guanche
por su bravura y
desvelo.
Desvelo por
conservar
el origen de su
suelo,
aunque algunos aún no
entiendan
que sigue siendo de
ellos.
Murieron en sus
montañas
con coraje y
decisión
defendiendo con
honor
las siete islas
Canarias.
Por dondequiera que
vaya
hay cromosomas
guanchescos.
Existen allá en sus
cuevas
y en la orilla de las
playas
que se tiñeron de
rojo
por su sangre
derramada.
El mar fue su
cementerio.
Por eso, lloran y
claman
como pidiéndole a
Dios
que los saquen de las
aguas,
que devuelvan el
tesoro
de sus tierras
usurpadas.
Por eso es que el viejo
Drago
se yergue siempre
doliente,
y mantiene una
esperanza,
ya que mezclada su
gente
lleva la mujer la
raza
escrita sobre la
frente.
Raza que tiene su
estirpe
de abolengos y de
reyes.
Raza de un
Mencey,
el más noble y más
valiente
que luchó ante el
invasor
mano a mano y frente a
frente
El Mencey y
Guacimara
sin tiaras sobre la
frente,
antes que entregar el
alma
se ofrendan ante la
muerte.
Y el nombre de la
doncella,
la más bella en la
comarca,
lo porta el bramar del
mar
y el Teide en su
garganta.
Teide que tiene en su
cima
una corona de
plata,
como símbolo
real
de los Guanches de
Canarias
Mely Bethencourt.
Mely Bethencourt.
maimenes
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