El mar es un remanso. Vagamente refleja
la pedrería mágica de las constelaciones.
Nuestro bote resbala por el estuario, y deja
leve rastro fosfóreo, tenues ondulaciones…
Tú en silencio me escuchas, inquietante, compleja.
Yo te voy recitando mis dolientes canciones
donde hay más de suspiro que de llanto y de queja:
¡el amargo poema de nuestros corazones!
Bruscamente el silencio de la noche serena
rasga el grito angustioso de remota sirena…
¡Oh, lúgubre alarido como eterno adiós!
Sobre el agua profunda inclinada un instante
tú me dices, muy bajo, tentadora, insinuante:
- Si esta noche… ¡ahora mismo!... muriésemos los dos…
Manuel Verdugo: Tentación.
la pedrería mágica de las constelaciones.
Nuestro bote resbala por el estuario, y deja
leve rastro fosfóreo, tenues ondulaciones…
Tú en silencio me escuchas, inquietante, compleja.
Yo te voy recitando mis dolientes canciones
donde hay más de suspiro que de llanto y de queja:
¡el amargo poema de nuestros corazones!
Bruscamente el silencio de la noche serena
rasga el grito angustioso de remota sirena…
¡Oh, lúgubre alarido como eterno adiós!
Sobre el agua profunda inclinada un instante
tú me dices, muy bajo, tentadora, insinuante:
- Si esta noche… ¡ahora mismo!... muriésemos los dos…
Manuel Verdugo: Tentación.
Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro
Atlántico,
con sus faroles rojos en la noche calina,
y el disco de la luna bajo el azul romántico
rielando en la movible serenidad marina ...
Silencio de los muelles en la paz bochornosa,
lento compás de remos en el confín perdido,
y el leve chapoteo del agua verdinosa
lamiendo los sillares del malecón dormido...
Fingen, en la penumbra, fosfóricos trenzados
las mortecinas luces de los barcos anclados,
brillando entre las ondas muertas de la bahía;
y de pronto, rasgando la calma, sosegado,
un cantar marinero, monótono y cansado,
vierte en la noche el dejo de su melancolía ...
Tomás Morales: Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico
con sus faroles rojos en la noche calina,
y el disco de la luna bajo el azul romántico
rielando en la movible serenidad marina ...
Silencio de los muelles en la paz bochornosa,
lento compás de remos en el confín perdido,
y el leve chapoteo del agua verdinosa
lamiendo los sillares del malecón dormido...
Fingen, en la penumbra, fosfóricos trenzados
las mortecinas luces de los barcos anclados,
brillando entre las ondas muertas de la bahía;
y de pronto, rasgando la calma, sosegado,
un cantar marinero, monótono y cansado,
vierte en la noche el dejo de su melancolía ...
Tomás Morales: Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico
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