Historia del gofio
El gofio canario es un
alimento prehispánico de origen bereber, que se convirtió en ingrediente básico
de la dieta de los habitantes de las islas: los aborígenes canarios. A su alrededor
giraba el consumo del resto de alimentos, comunes en la gastronomía
canaria.
El gofio era conocido como tal en las islas de
Lanzarote y Gran Canaria, mientras que los habitantes de Tenerife se referían a
él como ahoren.
Como ya era consumido en Canarias antes de la llegada
de los conquistadores europeos, los primeros gofios eran elaborados con trigo o cebada. En épocas de carestía, se
utilizaban incluso ingredientes como rizoma (la raíz del helecho), chícharos o
habas.
Después de la conquista –ya entrados en el siglo XVI–
se incorporaron el de millo o maíz y el de centeno; cereales ambos
procedentes del Nuevo Mundo, el continente
americano.
El gofio, indispensable en la gastronomía canaria
La
historia de las Islas Canarias ha dejado clara constancia de que el gofio resultó indispensable en épocas de
carestía. Su presencia en las recetas de la cocina canaria fue fundamental,
durante y después de la Guerra Civil Española. Su consumo fue especialmente
popular entre las clases pobres, ya que se trataba de un alimento barato, de
fácil obtención y que se conservaba largo tiempo.
Las propiedades del gofio su fácil elaboración y su bajo coste permitieron que
este producto de Canarias subsistiera a lo largo de los siglos, hasta llegar a
nuestros días.
Históricamente, el gofio se elaboraba tostando el cereal
elegido en recipientes de barro. La tuesta resultante era molida a mano, en
molinos de piedra basáltica.
En la
actualidad, el gofio no sólo está presente en la comida canaria. También es
cultivado y consumido en Argentina, algunas regiones de Brasil, Chile, Cuba,
Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y
Venezuela.
Hasta allí llegó, entre las pocas provisiones de los
emigrantes canarios, a bordo de tantos barcos clandestinos
maimenes
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