viernes, 10 de agosto de 2012

ANTONIO DE VIANA

Las aguas apresura porque venga
con más presteza, mira que lo espero,
y es muerte el esperar, no lo detenga
tu inquieto movimiento, porque muero.
Aplaza ese rigor lo que convenga
y tráeme ya a mi amado forastero,
que lo desea y ama el pensamiento,
y amar y desear es cruel tormento.



Antonio de Viana, que según Alejandro Cioranescu, era descendiente de gente humilde y cuyo abuelo sólo había conseguido llegar de arriero a mesonero, y su padre de sastre a almotacén, nació en La Laguna un 21 de abril de 1578. Estudió Medicina en Sevilla y posteriormente, fue contratado por el Cabildo tinerfeño debido la terrible epidemia que se desató en la isla en 1601 y 1602. En 1612 regresó a la capital hispalense donde se doctoró y trabajó como cirujano de la Real Armada, motivo por el cual viajó por Europa. En 1631 fue llamado de nuevo por el Cabildo de Tenerife y retornó a la isla. Pero por distintos motivos no muy agradables para él y su familia, marchó hacia Gran Canaria, donde tampoco encontró un ambiente apropiado para hacer su estancia definitiva, por lo que en 1634 partió para Sevilla para no regresar jamás al Archipiélago. Se desconocen las actividades que desempeñó en los últimos años de su vida.
Su actividad como escritor puede canalizarse claramente en dos vertientes: la literaria y la científica. La primera, que es la más importante, y la que de hecho aquí nos interesa, se plasma en una única obra: Antigüedades de las Islas Afortunadas de la Gran Canaria, Conquista de Tenerife y aparescimiento de la Ymagen de Candelaria, publicada en Sevilla en 1604, y considerado por todos los autores como el verdadero poema épico de Canarias, no sólo por su contenido sino también por su estructura clásica. Esta obra, al parecer compuesta entre 1595 y 1599, cuando el autor estaría entre los dieciocho o veinte años, conocida —por razones evidentes —simplemente por el Poema de Viana o por la Conquista de Tenerife, ha merecido juicios laudatorios por diversos autores

 Antonio de Viana (1578-1650), conocedor y admirador de la obra de Cairasco, de quien tomó algunos de sus temas y los llevó a dimensión épica. Su obra más importante es Antigüedades de las Islas Afortunadas (1604), obra distribuida en dieciséis cantos en los que se narran, principalmente, los hechos de la conquista de la Isla de Tenerife. Como ha señalado María Rosa Alonso [en obra citada], las descripciones de los héroes locales que acompañan a la narración bélica están dedicadas, como en el caso de La Araucana de Ercilla, a los héroes locales. Aunque el poema sea de desigual calidad, su importancia estriba, entre otros aspectos, en que es el poema épico canario por excelencia, en el que continuará la mitificación iniciada por Cairasco de la historia precolonial. Pero la obra de Viana va mucho más allá en la indagación de la realidad por medio del lenguaje. El poeta gusta de nombrar lo que está viendo y se aparta así de los estereotipos convencionales de la época, como lo demuestra la gran cantidad de términos que inserta referidos a la realidad insular:
Producen sus espesos y altos montes [...] lentiscos, barbusanos, palos blancos, viñátigos y tiles, hayas, brezos, acebuches, tabaibas y cardones... También es importante en la obra de Viena la formulación de otro de los mitos de la literatura canaria: «el mito de Dácil», que gira en torno a los amores de la heroína indígena Dácil con el capitán español Castillo. En este sentido, Dácil se convierte en símbolo de diversas lecturas que han sido recogidas por la tradición literaria posterior bien para enaltecer el pasado idílico del mundo prehispánico, bien para exaltar la condición mestiza y abocada al exterior del ser insular.

MALATTIA DEL MARE


Dicen que los antiguos sentían terror cuando observaban el extraño fenómeno, que era tal el pavor que provocaba su visión que algunos, aterrados ante los malos presagios que ello suponía, se arrojaban desde la proa de las embarcaciones a las profundidades, los abismos del océano. Los griegos lo atribuían a la furia de Neptuno, influencias de la luna, venenos que expulsaba el océano, tintura de algas rojas… Mare sporco, malattia del mare¡ gritaban enloquecidos en el Mediterráneo y es que -en ocasiones- marinos, pescadores, filibusteros o aventureros, navegantes en general, no encontraban explicación al suceso, ese en el que las aguas del mar se tornaban rojas, muy rojas… como teñidas de sangre. No se hallaba respuesta alguna ¿brujas? ¿duendes? ¿hadas? las mismas preguntas. ¿Qué ocurriría después? quizás… fracasos en batallas navales, naufragios bajo galernas infernales en medio de vientos huracanados; invasiones piratas, desgracias, epidemias, plagas, ataques o invasiones a pueblos costeros. Fue a finales del siglo XIX cuando los científicos dieron alguna explicación al asunto y lo atribuyeron a unos organismos cuya primera mención se remonta años atrás cuando O. F. Müller (1786) incluye entusiasmado descripciones de algunos de ellos. Años después, Cal. J. Cori apostaba lo siguiente “…se ha atribuido a las algas silíceas la formación de estas extrañas masas mucilaginosas, pero…”. Cori se refería a un desarrollo masivo de diatomeas (en un lejano invierno de 1904) muy cerca de las costas del golfo de Trieste. Según este autor, los verdaderos y únicos responsables eran unos organismos conocidos como dinoflagelados, microalgas que curiosamente portan dos flagelos, de ahí su nombre. Otro famoso biólogo -de nombre A. Steuer- apoyó esta hipótesis.
Recordemos que, desde antaño, se ha dado una denominación muy curiosa al fenómeno. Así en Perú le llaman aguaje, mar turbio en Venezuela, purga de mar en Galicia, eau rouges en Francia, l’acqua rossa en Italia, red waters en Inglaterra…
En realidad se trata de la multiplicación desorbitada –anómala- de microalgas, en especial las llamadas dinoflagelados, aunque también puede provocarlo las antes mentadas diatomeas, aunque en menor proporción. Cuando la densidad de una o varias especies alcanza cientos de millones de células por litro de agua de mar, la tonalidad del agua puede cambiar. Entonces, es frecuente que se torne rojiza o pardusca, de ahí el nombre que se ha dado al fenómeno, pero hay que tener en cuenta que no siempre se colorea el agua. Sí, porque algunas de estas acumulaciones algales, aunque no alcanzan densidades tan altas para dar color, en cambio pueden ser muy dañinas en función de la toxina. Por eso, se les debe denominar floraciones algales nocivas, expresión más adecuada (HAB, Harmful Algal Blooms).
Difícilmente predecibles, constituyen un fenómeno de duración corta y aparición irregular. Las principales especies que las producen pertenecen a los géneros Gonyaulax y Gymnodinium entre otros dinoflagelados, aunque numerosas especies (incluso de diatomeas) pueden ser tóxicas en potencia. Precisamente, para que este fenómeno se produzca deben interactuar los siguientes factores: presencia de organismos fitoplanctónicos por un lado y por otro un incremento anormal de la cantidad de nutrientes, debido a contaminación orgánica del mar por aportes desde la atmósfera (exceso de calima), tierra (emisarios) o simples procesos de circulación del agua. También influyen –y mucho- las corrientes locales y los vientos. Los organismos actúan (responden) de dos formas, bien produciendo toxinas o un exceso de biomasa (aumento de ejemplares aun sin toxina) lo que origina falta de oxígeno (hipoxia) y por tanto destrucción indiscriminada de la vida marina. Algunos organismos producen los dos efectos simultáneamente. A consecuencia de esto se producen mortandades masivas en la fauna local, contaminación de marisco destinado a consumo, así como graves alteraciones en el ecosistema y en el propio hombre. De hecho, algunas mareas rojas han dado lugar a intoxicaciones en humanos, no sólo por ingerir marisco contaminado provocando síndromes de distintos tipos, sino por simple contacto directo con el agua (inhalación) causando irritaciones de las vías respiratorias altas.
Galicia es la comunidad española que se encuentra a la cabeza respecto a las investigaciones sobre mareas rojas, ya que cuenta con importantes cultivos marinos, principalmente de mejillones. Esto ha obligado a potenciar el sistema de detección y prevención de concentraciones de fitoplancton tóxico. El COI-IEO (Centro científico y de comunicación de algas nocivas) desarrolla estudios para un mejor conocimiento sobre estos florecimientos algales nocivos, especialmente en lo que respecta a su incidencia sobre cultivos marinos, tan abundantes en esa región. Es muy importante conocer los condicionantes medioambientales que favorecen la abundancia de estas microalgas, proceder al seguimiento del fenómeno y evitar el consumo de marisco de la zona (de forma temporal) hasta que el problema desaparezca.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de las mareas rojas no son tóxicas y no ofrecen peligro para la salud. De las alrededor de trescientas especies capaces de producir estas HAB, sólo una cuarta parte genera toxinas (Ojeda, 2006). Y aunque muchas de las especies, potenciales productoras de dichas toxinas, habitan las aguas de las islas Canarias, los casos de mareas rojas registrados –oficialmente- en el Archipiélago han sido escasos, puntuales e inocuos (Ojeda, op.cit). Sin embargo, en los últimos tiempos se han detectado varios casos graves de intoxicaciones por ingesta de pescado contaminado con ciguatoxinas, toxinas de microalgas de los géneros Gambierdiscus y Ostreopsis, que no se hallaban en nuestras aguas hasta hace relativamente poco tiempo, al menos no habían sido detectados. Las hipótesis sobre estas repentinas apariciones en aguas de Canarias son variadas, sobre todo relacionadas con el aumento de temperatura que implica una ampliación en la distribución de ciertas especies, relegadas – hasta ahora- a las zonas del Índico, Caribe, Pacífico… Aunque los casos graves en las Islas han sido muy pocos (López-Arellano et al, 2005) localizados en Gran Canaria y Tenerife fundamentalmente, y debidos a consumo de pescado contaminado, para tranquilidad de todos hay que saber que existe un control exhaustivo sobre este asunto. Estos casos -insisto aislados- han estado relacionados con peces de gran talla (medregales, abades, meros… portadores ocasionales de la toxina a través de su dieta) que, al ser ingeridos, han actuado como potentes vectores de transmisión de la misma hacia el hombre, que enferma de ciguatera.

Fátima Hernández Martín
Dra. en Biología Marina, conservadora del Museo de la Naturaleza y El Hombre
 MAIMENES

jueves, 9 de agosto de 2012

GLOSA



No sé si me olvidarás,
ni si es amor este miedo;
yo sólo sé que te vas,
yo sólo sé que me quedo.
(Andrés Eloy Blanco)
1

Como la espuma sutil
con que el mar muere deshecho,
cuando roto el verde pecho
se desangra en el cantil,
no servido, sí servil,
sirvo a tu orgullo no más,
y aunque la muerte me das,
ya me ganes o me pierdas,
sin saber que me recuerdas
no sé si me olvidarás.

2

Flor que sólo una mañana
duraste en mi huerto amado,
del sol herido y quemado
tu cuello de porcelana:
quiso en vano mi ansia vana
taparte el sol con un dedo;
hoy así a la angustia cedo
y al miedo, la frente mustia...
No sé si es odio esta angustia,
ni si es amor este miedo.

3
¡Qué largo camino anduve
para llegar hasta ti,
y qué remota te vi
cuando junto a mí te tuve!
Estrella, celaje, nube,
ave de pluma fugaz,
ahora que estoy donde estás,
te deshaces, sombra helada:
ya no quiero saber nada;
yo sólo sé que te vas.

4

¡Adiós! En la noche inmensa,
y en alas del viento blando,
veré tu barca bogando,
la vela impoluta y tensa.
Herida el alma y suspensa,
te seguiré, si es que puedo;
y aunque iluso me concedo
la esperanza de alcanzarte,
ante esa vela que parte,
yo sólo sé que me quedo

Nicolás Guillén
maimenes

TIEMPO DE AMOR-CONCIENCIA


GRAN CANARIA

Este tiempo de amor nunca termine.
No lo empañe el olvido con su óxido;
debe quedar intacto hasta la muerte
lo que nació inmortal como el sonido.

Este tiempo de luz alguien lo salve;
lo arranque alguien de ese precipicio
al que se aboca ya desde que alienta.
Que alguien corte la amarra y vaya suelto
del tiempo, a la deriva, hasta la playa donde
no lo fulmine el rayo a pesar suyo,
no lo desgaste el tiempo como a un día.

Luis Feria: 1961
MAIMENES

RONDA DE LUCES



Gran Canaria
No existe la palabra que te nombre
ni la luz que a tus ojos cante clara
ni cielo que a tus ámbitos asombre
ni estrella que en tu seno se apagara.
No existe más verdad que la que alfombre
Tu voz de cielo en fruto, la que amara
la sombra de tu sombra, la que diga
cómo y en ti mi cuerpo se desliga.
José María Millares - 1950, XXIV
MAIMENES

ONEIRON

GRAN CANARIA



Dime, sueño del alba,
una mentira más.
Alcánzame a vivir el puro instante,
Ángel que te alejas.
Despertaré creyendo
en las historias de la noche.

Dame, línea sombría del amanecer,
otra ocasión, la última,
de sentirme viviendo
en alas de un pájaro
que sube siempre
hasta el final del sueño.
Carlos Pinto Grote-1973

MAIMENES

NUESTRO AMOR MALDITO

LA GARITA
TELDE-GRAN CANARIA


Nuestro amor es maldito.
Lo rondan ciertas bestias
cuyas caras se ocultan bajo el lecho,
seres que aguardan el naufragio,
anticuarios perversos
que en la tragedia encuentran
la ocasión del tesoro,
coleccionistas ávidos de objetos
dignificados por la sal.

Alguien sueña en secreto
el hundimiento del amor,
alguien desea el ocaso,
alguien acecha el día
con las oscuras sustancias
de la envidia.

Alicia Llarena

SIEMPRE ESPERANDO

GRAN CANARIA



Siempre esperando.
Desde aquella muerte temprana
cuando aún estaban mis hojas tan verdes.
Qué esperanzada pisaba los campos.
Qué generosa y colmada mi mano.
Qué afanada tras la cosecha.

Noches interminables vigilaban
al viento por si traía un mensaje.
Esperas bajo el sol. Diálogos
con la luna tristísima de invierno.
Y qué dolor bajo el cielo que cubre
tanto silencio,
tanta pregunta sin respuesta.

Van pasando los años.
Nada sobre la tierra.
Ninguna posible esperanza.
Ninguna verdad madurando.
Sólo silencio.

Pino Ojeda

maimenes

martes, 7 de agosto de 2012

TOMAS MORALES






El mar es un remanso. Vagamente refleja
la pedrería mágica de las constelaciones.
Nuestro bote resbala por el estuario, y deja
leve rastro fosfóreo, tenues ondulaciones…
Tú en silencio me escuchas, inquietante, compleja.
Yo te voy recitando mis dolientes canciones
donde hay más de suspiro que de llanto y de queja:
¡el amargo poema de nuestros corazones!
Bruscamente el silencio de la noche serena
rasga el grito angustioso de remota sirena…
¡Oh, lúgubre alarido como eterno adiós!
Sobre el agua profunda inclinada un instante
tú me dices, muy bajo, tentadora, insinuante:
- Si esta noche… ¡ahora mismo!... muriésemos los dos…
Manuel Verdugo: Tentación.
Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico,
con sus faroles rojos en la noche calina,
y el disco de la luna bajo el azul romántico
rielando en la movible serenidad marina ...

Silencio de los muelles en la paz bochornosa,
lento compás de remos en el confín perdido,
y el leve chapoteo del agua verdinosa
lamiendo los sillares del malecón dormido...

Fingen, en la penumbra, fosfóricos trenzados
las mortecinas luces de los barcos anclados,
brillando entre las ondas muertas de la bahía;

y de pronto, rasgando la calma, sosegado,
un cantar marinero, monótono y cansado,
vierte en la noche el dejo de su melancolía ...

Tomás Morales: Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico