jueves, 25 de julio de 2013

AGUSTIN CUEVA DAVILA



La soledad atacaEn el arrabal de las horas
Cuando se oscurece el mundo

En la derrota de la luz
cuando la muerte sonríe
y no hay nada que hacer
sino dejarse llevar
impotentes
por ese remolino

en ese círculo siniestro
que nos encarcela a todas horas

cuando la ignominia
agrede la dignidad
y mancha el horizonte

cuando la risa es sometida
por el desencanto
y la perfidia

cuando la mañana se indispone
en las horas del quebranto

entonces no queda otro camino
que el regreso a la memoria

para reconciliar el ser con el origen

aplacando incertidumbres
descifrando misterios
reafirmando certezas

volver a revisar
los viejos pergaminos
de nuestra historia

tornar
al relato del expedicionario

a las claves diseñadas
en el principio de los días

al recuento de aconteceres
que marcaron nuestra identidad
en el transcurso de soles y lunas
en medio de siglos de cenizas

perspectiva del camino
que quedó marcada
entre acantilados y montañas

bitácora del navegante
curtido en los mares del asombro

ruta perfilada con serena lucidez
en tiempos de penuria

repaso de distancias señaladas por el rayo

rescate del silencio
en que se cobijó nuestra herencia

ahí están los indicios de una vida
luminosa y profética
que transcurrió en nuestras horas

compartió nuestros percances
en medio de la algarabía
de los días más crueles

amable centinela que guardó
los poemas y la música
en los tiempos del odio

conservó las huellas del futuro
amparadas en un montón de páginas

parca huella que suena solidaria
en la noche

en el inmundo tiempo
del pesar y la mentira.

Hablo del visionario
Que diseñó las pautas
De la ilusión y el sueño

Experto cartógrafo
que trazó con esmero
las coordenadas
del beso y del canto

Voz amiga que reaccionó
ante el espanto y la miseria

Mano amiga surgida en años rotos

Artífice de la paciencia
Que templó nuestra esperanza

Nos dejó
Se fue a lo oscuro
Dejando su legado

Rutas
pasos
Senderos
Esclarecidos
rumbo al futuro

Y allá vamos
Seguros
Como la lenta corriente
indetenible

Con el mundo y la historia
En pos del esplendor
de la vida y el fuego

Reivindicando
Penumbras y pesares

Camino resplandeciente
De la yerba purificada
por un sol no abatido

Escuchando su voz

nos traduce
la melodía del viento
la identidad de la música
la dulzura de los días redimidos

y nos habla del murmullo
liberador y piadoso
de la guerra
.

Carlos Enrique Lasso Cueva

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