domingo, 3 de julio de 2011

¿Sabias que España, legalmente, aún tiene islas en el Pacífico?

referencia detallada a la presencia española en las islas de Oceanía, las cuales constituyeron, con excepción de las colonias africanas, los últimos jalones de nuestro imperio, enajenados en junio de 1899 tras la firma de un tratado de venta hispanoalemán. Curiosamente, sobre algunas de aquéllas, omitidas por Francisco Silvela en el texto documental, podría España hoy hacer reclamación de soberanía, ya que, en el presente, la Micronesia, que antes fue española (archipiélagos de Carolinas, Marianas y Palaos), depende directamente de las Naciones Unidas (con la excepción de la isla de Guam, cedida en 1898, tras el desastre, a los Estados Unidos) a través de una administración delegada en el Gobierno de Washington.
Fueron descubiertos estos archipiélagos, según José Arteche, biógrafo de Elcano, el 17 de marzo de 1521, durante la primera circunnavegación planetaria. Tras tocar en varias islas, el 23 del mismo mes, se arribó a la que hoy se llama Guam, la más importante de las Marianas. Dice Arteche de aquel primer encuentro de sus naturales con los europeos: "Eran los isleños ladrones redomados. Quedaron al principio admirados y profundamente sorprendidos de la escuadra y de sus hombres, pero enseguida rodearon con sus esquifes las naos, y subiendo a sus cubiertas comenzaron a apoderarse de cuanto hallaban a mano....No querían salir y hubo que expulsarlos a la fuerza. Un arcabuzado bastaba para disolverlos, pero enseguida volvían a las andadas...De un golpe audaz se llevaron la chalupa de la nao capitana." Llamó Magallanes a aquellas ínsulas cuyos habitantes eran tan amigos de lo ajeno, "islas de los Ladrones", y proclamó en ellas la hispana soberanía.
Relativamente próxima a las Filipinas, cuando éstas fueron conquistadas por Legazpi, las Palaos y las Marianas fueron ocupadas y controladas por España, no así las Carolinas, archipiélago constituido por una miríada de islas que se extendían en el sentido de los paralelos hasta una distancia de 3.500 kilómetros de aquéllas. Apartados del normal tráfico marítimo, la soberanía española sobre ellas consideróse indiscutida hasta finales del siglo pasado, tiempo en que, con motivo de un plazo internacionalmente acordado para que las naciones interesadas en la adquisición de un territorio no ocupado aunque sometido a otra soberanía, pudieran reivindicarlo previa implantación en él del organismo oficial correspondiente, decidió el Gobierno español encargar al general Torreros, a la sazón capitán general de Filipinas, la efectiva ocupación del archipiélago. En junio de 1885 partió de manila una expedición compuesta por dos compañias de fusileros mandadas por el comandante España. En la misma iban el capitán de fragata Capriles, nombrado gobernador, y un equipo de funcionarios estatales. Probablemente recibieron los expedicionarios la orden de navegar hacía la isla Yap (se extraña el general Esteban Infantes, estudioso de este episodio, de que se singlara tan hacia el norte) ante fundadas sospechas de que hubiera en ella una instalación europea. En efecto, encontraron aquéllos una factoría alemana. Diose cuenta a las autoridades de Manila y se iniciaron desde Madrid las protestas diplomáticas. Propuso Bismark el arbitraje papal, que fue aceptado. El fallo fue favorable a España, aunque "se autorizaba a Alemania a mantener en las Carolinas alguna factoría comercial sin merma de nuestra sobernía".
Organizóse en Filipinas una nueva expedición para proceder a la definitiva ocupación del archipiélago. Se eligió como sede del Gobierno la isla de Ponapé, en la zona oriental del archipielago. Vuelve a extrañarse el citado autor de tan excentrica elección: para mí, con ella se hacía factible el control del disperso territorio, extendido en 2.000.000 de kilómetros cuadrados oceánicos, mediante el triple apoyo Manila-Guam-Ponapé, que posibilitaba además un eficaz patrullaje de aquella dilatada amplitud de aguas jurisdiccionales.
Fue nombrado jefe de la expedición el comandante Posadillo, quien arribó a la citada isla a finales de 1885. Instalosé en ella la escasa guarnición y los equipos administrativos. La empresa no era económicamente rentable por "la poca variedad de los productos de exportación, el alejamiento de los mercados, el no poder ocupar más que un reducido número de kilómetros cuadrados y lo costoso de mantener crecido número de destacamentos"; se debía más bien a imperativos de prestigio. Por ello cuando en 1887 se produjo una sublevación de los indígenas, quienes asesinaron a la totalidad de la colonia española, inmediatamente se dispuso la salida de una nueva expedición.
Mandaba las tropas que componían la misma un artillero prestigioso:el comandante Díaz Varela. Incorporóse a la misma en calidad de gobernador del archipiélago otro ilustre militar, jefe de la Armada, que moriría once años más tarde gloriosamente en Cavite, abordando el acorazado norteamericano Olímpia, insignia de su flota: don Luis Cadarso y Rey. Alcanzosé Ponapé tras doce días de penosa travesía y se reconstruyó lo que los indigenas habían destruido, encerrándolo en un fortín. Al ver éstos en la isla una importante presencia militar, acataron la autoridad española, aconsejados por un europeo llamado Deoane, que vivía entre ellos, y que tal vez fue el instigador de la anterior rebelión. Mientras duró el dominio español en la isla se sucedieron los periódos pacíficos y las escaramuzas sobre aquel territorio de complicada morfología que dificultaba las operaciones. A aquellás con frecuencia se unían indigenas de las islas adyacentes sobre las que no se podía ejercer un control efectivo. A lo largo de esos años las bajas españolas como consecuencia de estos enfrentamientos fueron proporcionalmente numerosas: en uno de ellos, por ejemplo, hubo treinta muertos y cincuenta heridos. Fue con frecuencia necesario aplicar la autoridad con absoluta contundencia.
Perdidas Cuba y Filipinas, aquellas islas apartadas y poco productivas demandaban excesivos esfuerzos para su mantenimiento en la obediencia. El 30 de junio de 1899 eran vendidas a Alemania. En el contrato de compra, España se reservó algunas prerrogativas, como la de poder establecer y conservar aun en tiempo de guerra un depósito de carbón para sus marinas de guerra y mercante en los archipiélagos cedidos. Al margen de la cesión quedaron algunos grupos de islas, anomalía que descubrió el investigador don Emilio Pastor en 1948 y que reconoció el Consejo de Ministros celebrado el 12 de enero de 1949, emitiendo una nota sobre el particular. Aquel derecho y la hispana soberanía sobre dichas islas no estan cancelados por acuerdo internacional alguno.
Probablemente de todas nuestras aventuras coloniales, ésta es la más desconocida, pese a la enorme extensión marítima en que se desarrolló. Está adornada finalmente, por la curiosidad histórica de que al menos cuatro grupos de islas (Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea), aunque no queramos hacer valer nuestros derechos sobre ellos, siguen siendo españoles. Las Palaos, Marianas y Carolinas, nuestras posesiones en Oceanía, completaron en su tiempo la presencia de España en todos los continentes del planeta.
Este artículo fue publicado el 14 de diciembre de 1982 en el desaparecido diario El Alcazar.
maimenes

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